sábado, 10 de julio de 2010
1ra. MENCIÓN CUENTO
EL DETALLE
Por supuesto, no lo encontrarían. Estaba seguro. Entre tanta gente, pasaría desapercibido. Ese hotel, le serviría de refugio.
El Inspector Coselli lo buscaba. Ya sabía que él había matado a Shala, la bailarina egipcia. En su habitación, Kadir sorbió el último trago de whisky. Se aproximó discretamente al balcón. Los cristales del gran ventanal estaban abiertos. Miró por entre las blancas cortinas, que flameaban mecidas por la brisa. La noche se presentaba agradable. El Cairo, como de costumbre, pululaba de turistas. Oteó para todas partes. Nadie que conociera. Bien. A salvo. Se volvió hacia el gran lecho. Se recostó. Quería pensar. Esa noche, tomaría el tren hasta Bahtim y buscaría a su primo Amar. Este, lo ayudaría a salir de Egipto. Iría a Italia.
Sus parientes piamonteses lo esconderían en las montañas. Suspiró. Miró la hora en su reloj de pulsera. Las nueve y cinco. El tren partía a la medianoche. No era bueno viajar antes. Era mejor cuando toda la ciudad estaba callada. O al menos, parecía más tranquila. Poca gente viajaba en ese tren. Coselli ya estaría buscándolo con sus patrullas, por cada cueva de la cuidad. Se sonrió. Jamás pensaría, que él pudiera estar oculto en ese hotel de cinco estrellas, que era un hervidero cosmopolita.
-Está bien –se dijo- Dormiré un poco. -se acomodó mejor. El sueño llegó pronto. Cuando despertó, no podía creer lo que veía. Coselli y un grupo de agentes, rodeaban su cama, apuntándole con sus revólveres.
-Pero… ¿Cómo? –alcanzó a balbucear.
-¿Te creías tan inteligente Kadir? –el vozarrón del Inspector resonó en la habitación -¿No pensaste siquiera que algún detalle delataría tu escondite? ¿Un pequeñísimo detalle? -Kadir estaba confuso. ¿Un detalle?
-¿Qué detalle? –preguntó intrigado.
-Tus ojos, Kadir. Tus ojos -respondió con algo de sorna Coselli.
-¿Mis ojos? –no entendía nada.
-Sí. Vamos. Levántate. Aprésenlo –ahora estaba muy serio.
Le pareció que mil manos caían sobre él. Antes de salir del cuarto, entre cuatro policías, Kadir se dio vuelta y preguntó:
-Coselli… ¿Por qué mis ojos? -Este, lanzó una carcajada.
-¿Y tú piensas que en este hotel, pueden haber tantos egipcios de ojos azules?
MARTA SILVESTRINI de BOUVIER
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